07 agosto 2006

Leyendo a la sombra


Soy una lectora impenitente, pero en verano aún más; parece que recupero la voracidad de la adolescencia y, como en aquellos tiempos, leo a destajo las cosas más variadas. Me dejo llevar por el gusto o el interés del momento sin más reflexiones, e incluso por circunstancias en las que yo no elijo la lectura, sino que la lectura me sale al paso. Así me ha ocurrido con alguno de los libros de este verano. Como con el que reseño a continuación, que es un regalo apreciadísimo.
"Una mujer en Berlín" lo publica la editorial Anagrama en Panorama de Narrativas. Ha sido un regalo de mi hermano José, un regalo que siempre le agradeceré. Se trata del diario de una mujer alemana en los dos meses de asedio a Berlín por los rusos y la entrada de las tropas soviéticas en la capital destruida. La autora, que parece ser que ya ha muerto, quiso que su nombre se ocultara, por motivos personales muy comprensibles. Como el editor lo sabe e incluso la ha conocido personalmente, algún día se sabrá el nombre de esta mujer culta, objetiva y fría que relata con extraordinaria valentía la degradación de la ciudad convertida en ruinas y de sus habitantes. Rescató el manuscrito para su edición por primera vez Kurt W. Marek, más conocido por su seudónimo C.W. Ceram, bajo el que publicó un éxito de ventas, “Dioses, tumbas y sabios”, de divulgación arqueológica.

Yo diría que es un libro convulso, vibrante y estremecedor, que no da tregua a quien lo lea y que habla de los seres humanos individuales y de los pueblos, de la crueldad y la violencia, con la mayor distancia. Nos retrata mujeres sobreviviendo a toda costa, luchando por seguir vivas un día más, por tener agua sucia para lavarse un día más, por conseguir una patata o un poco de azúcar para comer algo un día más. Y de la distancia entre estas mujeres y sus hombres paralizados por la humillación, hundidos y desconcertados. De la incomprensión de los hombres hacia las mujeres. De la violencia sexual de los vencedores, inseparable de la violencia extrema que la guerra ya es de por sí. El punto culminante es el momento en que la narradora se pregunta si se ha convertido en una prostituta. Y la respuesta es sí, cuando se analiza la situación fríamente. Entonces sabemos en qué casos la mujer se convierte en prostituta y debido a qué principios patriarcales. La hija, la mujer, la hermana del vencido es siempre una mujer no filiada, una mujer sin dueño, una mujer disponible, una prostituta. La victoria lleva aparejada el uso de las mujeres de los vencidos, porque es una forma de humillación patriarcal.

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